“La música clásica está ahora en crisis”, dice el contrabajista mexicano Luis Angüis, frecuente solista y miembro actual de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes (OSSLA). “Mi esperanza, mi objetivo, es contribuir a preservar esta forma de arte tan vital”. Aquellos que hemos seguido la carrera de Angüis confiamos en su capacidad para alcanzar este objetivo. Sus talentos se mostraron plenamente durante dos conciertos en la pasada primavera en la Ciudad de México, uno en el Palacio de Bellas Artes y otro en el Conservatorio Nacional de Música. Como solista de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Angüis interpretó el técnicamente desafiante Concierto para Contrabajo en Fa sostenido menor de Serge Koussevitzky, quien, además de dirigir la Orquesta Sinfónica de Boston de 1924 a 1949, fue un virtuoso contrabajista.

Otro momento destacado reciente en su carrera fue la interpretación del estreno mundial de Elegía para contrabajo y piano de Alberto Portillo, en febrero de 2023, como parte del programa de música de cámara de la OSSLA. La obra fue escrita y dedicada a Angüis. La virtuosidad de Luis Angüis es notable, más aún en un instrumento cuyo tamaño voluminoso dificulta la interpretación de pasajes que fluyen con mayor facilidad en un violín, viola o violonchelo. Pero además de virtuosidad, hay arte. Angüis interpreta con un lirismo expresivo que rara vez se asocia con el contrabajo. Especialmente impresionante es su capacidad para navegar por el registro agudo del instrumento.

Luis Angüis comenzó sus estudios musicales en la Escuela Superior de Música de Sinaloa, y su potencial fue evidente desde el principio. En 2009, gracias a una beca, se unió a la Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez y, al mismo tiempo, tomó clases con Klaus Stoll, primer contrabajista de la Filarmónica de Berlín. Tres años después, se trasladó a Londres, donde estudió con otros dos destacados contrabajistas principales: Thomas Martin, de la Sinfónica de Londres, y Damián Rubido Gonzales, de la Sinfónica de Birmingham. Luego, en Francia, completó su formación con Thierry Barbé, primer contrabajista de la Ópera de París, aunque “completó” no es del todo exacto. Los músicos con el nivel de dedicación de Angüis nunca dejan de aprender y estudiar.

En el mundo del jazz, un género en el que Angüis también se desenvuelve con comodidad, los contrabajistas tienen más oportunidades de destacarse. En la música clásica, la mayoría de las personas piensa en el contrabajo como el instrumento grave y contundente que da peso y profundidad a la orquesta. Angüis merece aún más reconocimiento por demostrar, al igual que lo hicieron Domenico Dragonetti y Giovanni Bottesini en los siglos XVIII y XIX, que un contrabajista clásico puede brillar como solista.

Fredric Dannen